La fuerza del aire en su boca le ahogaba y los ojos entreabiertos eran un surtidor de lágrimas.Los remolinos que creaba la caida, agitaban su desesperación y su ira. La rabia que sentía contra todo y sobre todo contra si mismo, se tornó en lástima medio segundo antes de estamparse contra el suelo de la calle.
Manuel Collantes saltó por una ventana de su casa convencido de querer matarse.Nunca podría soportar la culpa de lo que había hecho.
María Elena yacía en el suelo de su habitación, con la cara amoratada por los golpes que la habían matado un poco antes.
Ella siempre pensó que él en el fondo era bueno y que la quería, aunque a veces dejase asomar su mal caracter.Pensó que después de las primeras broncas que soportó, la situación fuera a cambiar.Mas tarde llegaron los insultos. Se resignó a recibir una bofetada de vez en cuando, pero confiaba que todo terminase.
A su lado Elenita de cuatro años y Martita de dos, miraban con ojos asombrados como el cuerpo de su padre desaparecía por la ventana, dejando una estela de aire que las rozó la cara.
Con la sorpresa reflejada en la cara, esperaban alguna respuesta a aquello que estaba ocurriendo y que no podían comprender.
Historia de un emigrante.
Hace 11 años