Le despertó el sol en plena cara, le despertó el frío, le despertó el dolor, le despertó el miedo.
Julius M´ba se levantó despacio del lecho de piedras en el que se encontraba. Las aletas enormes de su negra nariz se movieron al ritmo en que inspiraba el aire salado de la mañana. Miró al horizonte, al otro lado del mar, y divisó la silueta de montañas donde comenzaba África.
Lo había conseguido. Estaba en Europa, en algún lugar de la costa sur española. Recordó que hacía unos meses había salido de su pueblo en el centro de África con los ahorros de su familia y la incertidumbre asomaba en su mirada. Recordó la noche anterior, la oscuridad total, los gritos del patrón de la patera que los obligaba a saltar al agua, los disparos intimidatorios de su revólver, el golpe seco de un remo que volaba por el aire impactando en la cabeza del patrón, lanzándolo al agua casi muerto. Después, haces de luz, sirenas de la Policía, el caos, el pánico, la tragedia...
Secó con la mano la lágrima que le resbalaba por la cara y echó a andar...
Historia de un emigrante.
Hace 11 años
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